
Cierto físico cuántico estaba trabajando en una máquina del tiempo. En las pruebas de su máquina logró viajar con éxito al futuro. No pudo ver mucho, porque solo estuvo veintiún segundos allí.
A poco tiempo de su regreso , el físico enfermó gravemente de una fuerte infección. Los médicos, con mucha dificultad, controlaban los síntomas. Pero la infección no hacía más que empeorar. La bacteria mostraba resistencia a todos los antibióticos que se le administraban.
El físico, ya resignado a la muerte, regresó a su casa. Esperando el momento de su partida, acostado en su cama, se durmió. Un ruido lo despertó a las tres de la mañana. Abrió los ojos y no halló nada raro, hasta que se fijó bien. En su mesita de noche encontró una jeringa con una nota que decía: “Viajar al futuro es peligroso para un sistema inmune no preparado. Inyéctese este antibiótico y haga el favor de no volver”.
El físico sanó y cambió de profesión.