Originalmente publicado en Recurriendo a la locura para mantener la cordura

¿Has observado en qué áreas de tu vida has dejado de moverte?
Lo que no se mueve, se estanca. Lo que se estanca, se echa a perder.
La movilización es un fenómeno natural: la energía y la materia están en constante movimiento (solo es necesario ajustar la escala de observación para que esto se haga evidente). Sin embargo, a veces olvidamos trabajar en mantener nuestro «momentum» en algunos aspectos de nuestra existencia, ya sea el círculo de personas con las que compartimos, la información que consumimos o los discursos que repetimos.
La movilización social es ese espacio de disrupción que tiene el potencial para replantear cuáles son nuestrxs «constantes» y faltantes. Lastimosamente, no es tan usual que aprovechemos conscientemente las enseñanzas que nos dejan los espacios de este tipo que se producen en nuestro entorno.
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Cuando pienso en movilizaciones sociales se me vienen a la mente disturbios, inseguridad, incomodidad, confrontaciones, desorden… Podría seguir. Y es cierto, las movilizaciones muchas veces requieren del uso de la disrupción para que su mensaje sea tomado en serio; requieren generar incomodidad para que quienes habían observado desde la comodidad de sientan también parte del proceso; requieren desordenar para intentar proponer un nuevo orden. El problema es que, cuando la relación entre estos espacios y nuestro día a día se queda en el plano superficial, en lo que se ve o se siente inmediatamente, podemos perdernos de las reflexiones y aprendizajes que pueden dejarnos en niveles más profundos. Y lo más gracioso de todo esto es que, si los mensajes o formas de algún proceso de movilización nos molestan, eso dice más de nosotrxs que de lo que pasa afuera.
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Si bien el episodio de esta semana se centró en la experiencia de la movilización en el marco de la historia de la comunidad LGBTIQ+, nuestras conclusiones de la semana y la transmisión en vivo correspondiente revisaron ideas mucho más generales, a saber:
– Escucha y aprende de tu pasado para mejorar tu presente
– Observa tus fuentes de información y cómo sesgan tus posturas
– Si al revisarlas hay algo que te incomoda, comprométete a cambiarlo
Para terminar, no olviden que este episodio es el segundo de tres en nuestra miniserie sobre la diversidad y que, si quieren revisar el «bonus», pueden acceder al consejo no pedido de la semana.