El amor ocurre,
incluso,
cuando dos cuerpos se juntan
y queman.
Y luego,
el misterio que queda al cerrar la puerta;
ese recuerdo,
va tejiendo quimeras
para no ahogarse en el hastío
que dejó un fantasma a la mitad del viaje.
El amor ocurre,
incluso,
cuando dos cuerpos se juntan
y queman.
Y luego,
el misterio que queda al cerrar la puerta;
ese recuerdo,
va tejiendo quimeras
para no ahogarse en el hastío
que dejó un fantasma a la mitad del viaje.
Hubiésemos tomado las palabras no alcanzadas de nuestras bocas para sumergirnos. La lluvia, el pajarito, el libro y Vicentico. Todo tibio como la tierra húmeda, mirando el salado desde una mesita chueca, todo apolillado y casi perdido.
Y la vida sonreía debajo de los cristales que obsequiaba el cielo y el corazón partido con cada gesto. Todo no es desaliento, he dicho que la vida sonreía en aquel momento. Y no contenta con eso, silenció el murmullo y me lo puso en los ojos. Atolondrada mirando el vacío mientras él estimulaba su cerebro, y su corazón inmune para el mío decadente.
« Estoy triste » me decía mientras veía el fondo de la botella. Pero así es la cosa. Al rato la vida de mis labios que sonreía nombraba sin nombres y el corazón se seguía doliendo. « tengo una rabia retenida » dije enseguida y ya no más. Sorbo directo a las venas y al olvido que se levanta a las 6am.
Parece que nadie entiende, parece que Nadie ha desaparecido entre el manto gris de la ciudad, y él en su momento glorioso de tranquilidad frente a mi inquebrantable e impredecible alma. Y yo en un tumulto de emociones retenidas, queriendo ponerle cualquier concepto a lo que se llamase amor.
Me había dicho cabreado que escribiese, o que le escribiese. Pero de hacerlo, como ahora, solemnemente el alma se agita como cuando solo ella siente y sufre por un placer ambigüo. Y para variar amanecí triste y de lado de la mort. Para variar las horas se hacían eternas antes de la despedida. Tal vez la última de mi ingenuidad arrebatada.
Tal vez, porque a la mort le gusta jugar y yo siempre pierdo. Porque la mort me llama y yo le pierdo. Porque la mort va conmigo y yo me pierdo.
¿Qué soy yo detenida sobre una vereda en el tiempo?
¿Qué soy yo buscando afecto?
¿Qué es el tiempo?
¿Es esta alma curada de tanto caldero,
sin brujería?
¿Es esto que revolotea,
que no lleva cuentas de lluvias
y desconoce hace cuanto fue la última vez
que le rompieron las alas?
Año 2018.
Tal vez, hoy escriba demasiado o me permita morir un rato frente al espejo. He puesto en bandeja de plata mi inconstancia, mis intentos, mis defectos, mi arrogancia; para que los saboreen tres segundos mientras mi debilidad emocional está en marcha. Yo desde abajo: sentada, escuchando a unos zapatos sobre la tierra correr y huir me digo: «debería reprocharles o agradecerles, pero debería hacer algo».
Hace cuatro años estaba loca, y hoy me desvanezco frente a mis poemas, y escupo tres veces sobre una pantalla de vida virtual, de inexistente calma; entre tanta mierda. Tengo mis manos y una costilla sangrando. Solamente quiero llegar y descansar, llegar a algún lugar para luego alzar la cabeza y seguir dando pasos, seguir atormentando cerebros heridos, marchitos, y seguir en mi desnudez que tanto aturde, que desbarata, indomable, y nunca más escapar.
Me estoy formando allí afuera
en medio de la fatiga de las calles,
Los pies me esquivan
como un corazón adormecido rechaza el abrazo.
No veo amantes,
me hacen falta…
¿Cuántos cuerpos han dormido
a un costado de mi cama en este invierno perpetuo?,
y, ¿cuántos besos se han caído
al suelo por el peso del amor?
No basta con desear ver
una golondrina en mi cabeza,
ni bastara si flores azules cubrieran mi boca.
Yo que no espero, te pienso
Yo que nada espero, te extraño.
El misterio de la calma,
el karma que ha muerto,
se marchita el alma
y no entiende que mi palabra es un error.
Ya sé que con la noche viene el sexo
y que con el amanecer el abrazo,
y que hay drama al filo de la puerta porque te has ido,
y que llora la cama
y que se calla la risa porque la eternidad
se ha desvanecido con las luces del auto.
He caído en el espacio abierto que dejó tu boca,
yo que nada espero, te beso
yo que ya nada espero, te quiero.
Mi palabra es un error.