De nube y chocolate son tus ojos de algodón. Cuando miran se descosen las tijeras del faldón. Porque no hay en el mundo mirada más dulce y tranquila, que cuando tus ojos almendra sonríen y miran. Las flores de las ventanas se giran levantando sus hojas ante los mejores abrazos de tus brazos de rosa.
¿Qué significa excelencia? La versión del diccionario es legitimada a diario: calidad que da licencia de merecer reverencia. Mientras tanto, ser perfecto requiere de algo selecto, algo que cumpla la lista —lo deseado en toda arista— sin el mínimo defecto.
Lo que a veces se me olvida es que la perfección suplica una utopía que implica descontentos de por vida que no ofrecen salvavida. Y al aterrizar mis sueños, ya sean grandes o pequeños, cuando he intentado buscarla no llegué nunca a encontrarla… ¡No llegué a pasar de ensueños!
Elizabeth Gilbert dijo que la Gran Magia pulula, de varias formas ulula, hasta que encuentra cobijo, no importa qué tan prolijo. Para materializarse necesita trabajarse; y podrá ser rechazada, o por pocos apreciada, pero trasciende al probarse.
Porque crear no se trata solamente del producto; da valor al ser conducto de aquello que nos «maltrata» y expectativas arrebata. Incluso si la perfección nos brinda algo de dirección, abogo por la excelencia en cada intento, en su esencia, y frutos sin gran dilección.
Los pensamientos poseen un gran poder que generan inestabilidad a nuestros sentimientos, desalinean por completo nuestro cuerpo y, en ocasiones, nos retienen por un sinfín de horas en la cama. Nos dejan en la mayor vulnerabilidad preguntándonos constantemente qué es la vida. Nos consumen la esencia y nos encarcelan en una burbuja virtualizada por las propias necesidades del ser humano.
Los recuerdos comienzan a exaltarse, mientras que el cuerpo va perdiendo todas sus capas para contener las emociones reprimidas que decidimos guardar u olvidar. Nos obligamos a crear imágenes, sensaciones y pensamientos con la intención de sustituir lo que sucede con nosotros mismos, siendo así lo inventado más real que lo real.
Mi mundo ya no es el de antes porque no puedo sonreír, tocar, besar, abrazar y danzar. Mi realidad se ha convertido en una completa virtualidad, donde las palabras se codifican a través de una computadora y mi voz pierde la esencia para decir un te amo. He comenzado a sentir un gran vacío que se transforma en una burbuja de soledad, creada por esta realidad que se ha instalado e incorporado como una pulga sujetada a un perro.
Escrito por Darashea Toala Fundadora de Piel Lírica
Muchas veces me pregunté si realmente llegaría algo que me sacaría del espacio al que me adapté —al que luego incluso me até—. Después de tanto, dudaba llegar a ser desarmada de las capas que vestía aun cuando me entristecía la soledad que implicaba.
Estaba atenta y decía «vida, te invito a sorprender» pero al ver aquello pender de un hilo: mi valentía, mi ilusión se reducía. Y seguía el descontento con intento tras intento en los que el patrón repetía… Algo adentro se sentía sin ser visible el obtento.
Tanto se movió, de a poco, hasta que al fin llegó el día en que yo me lanzaría sin temores ni sofoco, sin pensar «¿si me equivoco?» Cuando me dejé sorprender no quise más detener la fuerza con que vivía, familiar a la que veía en Lucas y su radiante ser.
¿Y si en lugar de acelerar, de dudar, de exasperarnos, de engañar y autoengañarnos, nos permitimos explorar y con nuestro ser conectar? ¿Y si en vez de limitarnos y, a veces, aferrarnos a expectativas sin cesar y la disrupción evitar, decidimos arriesgarnos?
Porque eso de complicarnos, de hacernos esperar y nuestros sueños aplazar más allá de relegarnos, de nuestra esencia alejarnos, tal vez se puede mejorar al optar por simplificar y transparentes mostrarnos. No es fácil sincerarnos, pero mucha paz nos va a dar…
Tal vez ayude recordar que «perfectxs» procurarnos para salir y lanzarnos equivale a supeditar nuestra decisión de comprar a una lotería ganarnos; incluso, tras enterarnos, de que en cuotas nos va a llegar —cada instante, al respirar—. ¿Tiene sentido privarnos?
Fotografía: Jacob Chan Edición: Klelia Guerrero García
Sea que prefieras lo estable o que te atraiga la ilusión de lo nuevo y su emoción, me parece inevitable que la duda llegue afable. Y es que aunque no sea invitada de cualquiera se hace aliada para provocar confusión, idealización e inacción, y una existencia «pausada».
Si estás en el primer caso, será la movilización la fuente de perturbación, y al inicio o al ocaso la acusada del fracaso. Si tu grupo es el segundo, aunque entiendas lo fecundo del silencio y de su abstracción, el cambio será tu adicción en cualquier rincón del mundo.
Sin juzgar ni escandalizar, más allá de la exposición y hacia ambas mi afición, quizás nos sirva agilizar la observación, y analizar la fuente de tal posición. Que esta sea una decisión, un resultado consciente —más del ser que de la mente— en lugar de una distracción.
Aceptando que «Don Miedo» estará en cualquier opción, es mejor que nuestra elección —sea carrusel o torpedo— sea propia, ¡más no un remedo! Invitémoslo a la ruta quién sabe y, si la disfruta, tiene la consideración de aclararnos la visión mientras llega y nos escruta.